"raritos" y extravagantes genios,


Genialidades y rarezas.

Los extravagantes y creativos genes de los genios.

Isaac Newton fue capaz de trabajar sin pausa durante tres días. Einstein se empleó en una oficina de patentes porque le interrumpían demasiado en la universidad. H. G. Wells era tan pasmado e inseguro en la escuela que sólo tuvo un amigo. ¿Son trastornos psiquiátricos que deberían tratarse o genios que deberían ser mimados?


En el libro Genius Genes, el psiquiatra irlandés Michael Fitzgerald argurye que las formas especiales de creatividad están asociadas con una curiosa variedad de trastornos cognitivos. Se centra en el síndrome de Asperger, una forma leve de autismo que Fitzgerald ve en los extraños caracteres de Newton y George Orwell. También asocia la creatividad musical de Kurt Cobain con el trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH).

En una reciente conferencia en el Colegio Real de Psiquiatría, en Londres, Fitzgerald describió cómo el síndrome de Asperger de Charles de Gaulle fue esencial para su éxito político. Era distante, tenía una memoria fenomenal, carecía de empatía con los demás y era extremadamente controlador y dominante. También mostró signos de reiteración autística y fue similar en muchos aspectos a otros políticos que, según Fitzgerald, también tenían Asperger, como Thomas Jefferson en Estados Unidos y Enoch Powell en Gran Bretaña.

El poder del análisis genético está ahora invadiendo algunas de las partes más privadas de la humanidad, no sólo las funciones de nuestros organismos y los orígenes de las enfermedades hereditarias, sino también características complejas que no pueden ser atribuidas a genes individuales.

Muchos trastornos de la emoción o del intelecto, no sólo esquizofrenia y depresión, sino también condiciones más sutiles como autismo, Asperger, TDAH y dislexia, tienden a ser familiares. Pero ninguna de estas situaciones ha sido asociada a una única mutación genética. Algunos arguyen que no son trastornos genéticos; otros, que mutaciones genéticas diferentes o combinaciones de mutaciones pueden conducir a estas condiciones; y hay quien dice que dependen de un entrelazamiento de genes y experiencias personales. Avshalom Caspi y su equipo del Instituto de Psiquiatría de Londres han explicado por qué ciertos episodios estresantes de la vida hunden a algunas personas en la depresión pero no a otras. La diferencia en la resistencia depende de variaciones en genes específicos.

Correlación persistente

La correlación entre la creatividad y la enfermedad mental es un tema persistente en psiquiatría, analizado muy elocuentemente por Kay Jamison, un eminente psicólogo clínico de la Universidad Johns Hopkins, y él mismo un maniaco depresivo, en su libro Touched With Fire.


Las rarezas de muchos grandes escritores están bien documentadas y una sorprendentemente alta proporción de poetas, en particular, tenían síntomas que indican depresión maniaca. Si nos esforzamos en identificar los genes asociados a la depresión maniaca, autismo y esquizofrenia, y confirmamos que están relacionados con la creatividad, ¿Qué podría suponer?


Hay un paralelo provocativo en una enfermedad física, la anemia de células falciformes. El premio Nobel Linus Pauling descubrió en 1949 que el gen defectivo responsable de esta condición produce hemoglobina, la proteína de los eritrocitos que transporta el oxígeno por el organismo. Fue la primera enfermedad genética relacionada con un defecto proteínico concreto.

La anemia de células falciformes es una debilitante y a veces fatal enfermedad, común en África Occidental. Muchos idiomas africanos tienen nombres extraños para ella: Chwecheechwe, Nuidudu, Nwiiwii; las sílabas repetidas reflejan los episodios de terrible dolor que caracterizan a la enfermedad. ¿Por qué entonces no ha sido eliminada por la selección natural darwiniana? La respuesta es que las personas con el gen falciforme están protegidas contra la malaria, un ejemplo de manual de texto de una enfermedad genética que sobrevive porque implica algunas ventajas.


A diferencia de la enfermedad de células falciformes, no tenemos conocimiento cierto de los genes implicados en los trastornos cognitivos ni de los cambios resultantes en el cerebro, que pueden producir tantos síntomas extraños como esta especial capacidad creativa. Sin embargo, esta especulación plantea una importante cuestión. A medida que avanzan nuestros conocimientos de la genética humana y nuestra capacidad para modificar la función genética, tendremos que enfrentarnos a la cuestión de lo que constituye la normalidad y lo que define la enfermedad.


La riqueza de la humanidad y el poder de nuestra cultura son en gran medida atribuibles a la diversidad de nuestras mentes. ¿Queremos un mundo en el que la creatividad asociada a la extravagancia y en los márgenes de la normalidad tenga que ser siempre medicalizada?

Colin Blakemore, profesor de Neurociencias en las universidades de Oxford y Warwick, Reino Unido.


fuente:PSIQUIATRÍA INFANTO-JUVENIL
Ana Medina Silva.