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Trastorno Obsesivo Compulsivo: cuando la lucha es contra uno mismo

El Trastorno Obsesivo Compulsivo figura en la lista de las 10 enfermedades más invalidantes elaborada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en términos de pérdida de ingresos y de disminución de la calidad de vida. Y es que, sólo en nuestro país, las obsesiones y compulsiones interfieren en la vida diaria de decenas de miles de personas, provocando en ellas importantes consecuencias.



La conducta obsesiva es frecuente. Muchas personas tienen comportamientos obsesivos como ordenar repetidamente la mesa de trabajo, comprobar constantemente cerraduras y grifos o lavarse las manos con frecuencia. No obstante, según los expertos estos actos no son en sí mismos suficientes para diagnosticar un Trastorno Obsesivo Compulsivo. El TOC es algo más extenso, con síntomas muy variados que llegan a coartar la vida de personas de todas las edades.

Hasta hace unas décadas se pensaba que el Trastorno Obsesivo Compulsivo era algo “muy poco común”, pero en los últimos años se ha producido la detección en muestras de población general de un número mayor de casos. Así, en la actualidad se estima que la incidencia del TOC está en torno al 1 o 2 por ciento, afectando por igual a hombres y mujeres, aunque los psiquiatras aseguran que la cifra puede ser mayor.

A este incremento en el diagnóstico de pacientes se ha unido también un mayor conocimiento de las bases neurobiológicas de la enfermedad, y todos estos factores han hecho que el TOC se haya convertido en uno de los trastornos mentales de mayor interés para la comunidad científica.

Así, hace unos años se estableció el primer consenso científico sobre TOC conocido como “Consenso de Ciudad del Cabo” que expone las bases para una nueva conceptualización de la entidad, basada en los aportes de la investigación y que supone novedades en el abordaje y tratamiento de esta patología gravemente incapacitante.

¿Qué es el trastorno Obsesivo-Compulsivo?
El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es un trastorno crónico muy invalidante. Quienes lo padecen experimentan pensamientos e impulsos angustiosos y recurrentes (obsesiones) y/o conductas repetitivas (compulsiones). Los pacientes con TOC saben que sus obsesiones y compulsiones son irracionales o excesivas, sin embargo tienen poco o ningún control sobre ellas.

Además, estas obsesiones son pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes, molestos y no deseados que la persona siente que son inapropiados, grotescos o prohibidos, pero no pueden hacer nada por evitarlos. Por ejemplo, una obsesión frecuente está relacionada con la suciedad y los gérmenes.

En cuanto a las compulsiones, dado que son actos realizados de forma repetitiva con la finalidad de aliviar las obsesiones, los pacientes con un TOC relacionado con la suciedad y los gérmenes por ejemplo, pueden lavarse de forma ritual y compulsiva hasta el punto de que sus manos queden inflamadas y en carne viva.

Además de tener obsesiones y compulsiones, las personas que padecen un Trastorno Obsesivo Compulsivo pueden desmoralizarse o deprimirse. Sentimientos de ansiedad intensa, malestar o asco son también frecuentes en estos pacientes.

A este respecto, los expertos destacan que es importante distinguir entre los rasgos obsesivo-compulsivos y los síntomas obsesivo-compulsivos. Todos tenemos rituales, la diferencia reside en el grado de ansiedad que estos conllevan. Un ejemplo una mujer que se lava las manos 100 veces al día frente a una mujer que se lava siempre las manos antes de hacer la comida.

Origen en la infancia
La causa exacta del Trastorno Obsesivo Compulsivo no está clara, pero los científicos están estudiando anomalías en el cerebro, influencias genéticas (familiares) y factores ambientales. Así, se ha observado que las personas con TOC tienen unos patrones de actividad cerebral diferentes a los de aquéllos que no padecen TOC, lo que indica que un funcionamiento anómalo en una determinada parte del cerebro podría causar este trastorno. Anomalías en otras partes del cerebro y un desequilibrio de los neurotransmisores cerebrales, especialmente de la serotonina, también pueden contribuir a este trastorno.

A este respecto los especialistas destacan que hay una cierta influencia genética, aunque también hay factores ambientales. Actualmente es más discutida la influencia del entorno. Por ejemplo, los cambios de estilo educativo ocurridos en España desde el 50-60 a los 80-90 no se han modificado las tasas de TOC. También se sabe que hay una mayor frecuencia de la enfermedad en primogénitos y únicos, aunque esto también pasa en otras enfermedades psiquiátricas.

En cuanto a los síntomas en esta patología, éstos tienen un inicio temprano, en la infancia o la adolescencia, y afectan a la mayoría de los pacientes durante toda su vida, requiriendo atención y tratamiento a largo plazo. Sin embargo estudios recientes han detectado que más del 50 por ciento de los adultos con TOC identifican sus síntomas antes de los 18 años. Además, también hay que tener en cuenta que para la mayoría de personas con esta patología, el empeoramiento de los síntomas está relacionado con el estrés.

Debido a la actitud reservada de las personas que padecen el trastorno con relación a sus síntomas, los expertos estiman que hay un importante número de pacientes sin diagnosticar. A ello se une que pasan años antes de que la persona acuda a consulta y como promedio más de 10 años desde el inicio hasta que se obtiene el tratamiento adecuado. Las personas con TOC suelen visitar hasta a cuatro médicos antes de tener un diagnostico correcto de la enfermedad.

Consecuencias físicas, económicas y sociales
En cuanto a su abordaje, existen dos tratamientos que han demostrado ser efectivos en el TOC. La terapia cognitivo-conductual (TCC) y el tratamiento farmacológico, principalmente con inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS). En la TCC, se expone deliberadamente al paciente a ideas u objetos temidos y luego se le disuade o se le impide que lleve a cabo la respuesta compulsiva habitual. Los ISRS han demostrado ser beneficiosos ya que parece que es necesario un efecto potente sobre la serotonina cerebral para producir una mejoría de este trastorno.

La combinación ambas terapias, fármacos y terapia cognitivo-conductual, es a menudo el tratamiento más efectivo para el TOC. Sin embargo, los expertos también señalan que mientras que el 50-60 por ciento de los pacientes responden al tratamiento, sólo una minoría se recupera de este trastorno.

Es por ello que el Trastorno Obsesivo Compulsivo figura en la lista de las 10 enfermedades más invalidantes elaborada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en términos de pérdida de ingresos y de disminución de la calidad de vida. De este modo, el TOC se asocia a una discapacidad funcional y a unos costes económicos significativos.

A ello se une que hasta dos tercios de los individuos que padecen esta patología también sufren depresión en algún momento a lo largo de su enfermedad, lo que agrava más aún su ya de por sí deteriorada calidad de vida. Así, algunos experimentarán síntomas agobiantes, requiriendo hospitalizaciones regulares y haciendo imposible mantener un trabajo, mientras que otros pueden hacer su vida a pesar de los síntomas. En cualquier caso, el TOC pasa una importante factura al enfermo y a su familia y amigos, incluso si sólo experimenta los síntomas durante un breve periodo cada día.



El Pensamiento

En su mayor parte, nuestro proceso de pensamiento es involun­tario, automático y repetitivo. No es más que una especie de estática mental que no cumple ningún propósito real. Estrictamente hablando, no pensamos: el pensamiento es algo que nos sucede. Cuando decimos “yo pienso” está implícita la voluntad. Implica que tenemos voz en el asunto, que podemos escoger. Sin embargo, en la mayoría de los casos no sucede así. La afirmación “yo pienso” es tan falsa como la de “yo digiero” o “yo circulo mi sangre”. La digestión sucede, la circulación sucede, el pensamien­to sucede.

La voz de la mente tiene vida propia. La mayoría de las per­sonas están a merced de esa voz, lo cual quiere decir que están poseídas por el pensamiento, por la mente. Y puesto que la mente está condicionada por el pasado, empuja a la persona a revivir el pasado una y otra vez.

Durante miles de años, la humanidad se ha dejado poseer cada vez más de la mente, sin poder reconocer que esa entidad poseedora no es nuestro Ser. Fue a través de la identificación completa con la mente que surgió un falso sentido del ser: el ego. La densidad del ego depende de nuestro grado (el de nuestra conciencia) de identificación con la mente y el pensamiento. El pen­samiento es apenas un aspecto minúsculo de la totalidad de la conciencia, la totalidad de lo que somos.

La mayoría de las personas viven ajenas a su esencia,.. permanecen atrapadas en el estado egotista. Viven separadas de sí mismas, de los demás, y del mundo que las rodea. El pensamiento absorbe la mayor parte de su atención, de tal manera que no ven ni oyen realmente a los demás. No están presentes en ninguna situación porque su atención está en el pasado o en el futuro. Usualmente se relacionan con los demás a través de algún tipo de personaje al cual representan, de manera que no son ellas mismas.

Algunos de Ios más grandes escritores del siglo veinte como Franz Kafka, Albert Camus, T.S. Eliot, y James Joyce, reconocieron en la enajenación (causada por el pensamiento egótico) el dilema universal de la existencia humana, el cual probablemente sintieron profundamente, de tal manera que pudieron expresarlo magistralmente a través de sus obras. No ofre­cen una solución, pero nos muestran un reflejo del predicamento del ser humano para que podamos verlo más claramente. Recono­cer ese predicamento es el primer paso para trascender.

Las Emociones

La diferencia fundamental entre una reacción instintiva y una emo­ción está en que la primera es una reacción directa del cuerpo frente a una situación externa, mientras que la emoción es la respuesta del cuerpo a un pensamiento.

Indirectamente, una emoción también puede ser una reacción a una situación o a un hecho real, pero vista a través del filtro de la interpretación mental, el filtro del pensamiento, es decir, a través de los conceptos mentales de bueno y malo, gusto y dis­gusto, yo y lo mío. Por ejemplo, es probable que no sintamos emoción alguna cuando nos enteramos de que le han robado el automóvil a alguien, mientras que si es nuestro automóvil, nos sentiremos muy alterados. Es sorprendente cuánta emoción pue­de generar un concepto mental tan nimio como es el de “mío”.

Si bien el cuerpo es muy inteligente, no está en capacidad de distinguir entre una situación real y un pensamiento. Reacciona a todos los pensamiento como si fueran la realidad. No sabe que es apenas un pensamiento. Para el cuerpo, un pensamiento preocupante o amenazador significa, “Estoy en peligro”, llevándolo a reaccionar de conformidad, aunque la persona esté descansando en su cama en la noche. El corazón se acelera, los músculos se contraen, la respiración se hace más rápida y se acumula la ener­gía. Pero como el peligro es solamente una ficción de la mente, esa energía no tiene por dónde desfogar. Parte de ella retorna a la mente y genera más pensamientos angustiosos. El resto de la energía se vuelve tóxica e interfiere con el funcionamiento armo­nioso del cuerpo.

Las emociones y el ego

El ego no es solamente la mente no observada, la voz mental que finge ser nosotros, sino también las emociones no observadas que representan la reacción del cuerpo a lo que dice la voz de la mente.

La voz de la mente relata una historia a la cual reacciona el cuerpo porque cree en ella. Esas reacciones son las emociones, las cuales alimentan nuevamente el pensamiento que las creó en primer lugar. Este es el círculo vicioso entre los pensamientos no examinados y las emociones, el cual da lugar al pensamiento emocional y a la fabricación de historias emocionales.

Los pensamien­tos que desencadenan reacciones emocionales del cuerpo pueden surgir a veces con tanta rapidez que, antes de que la mente tenga tiempo de expresarlos, el cuerpo ya ha reaccionado con una emo­ción. Esos pensamientos existen en una etapa preverbal y podrían considerarse como supuestos tácitos e inconscientes. Se originan en el condicionamiento pasado de la persona, generalmente en la primera infancia. “No se puede confiar en nadie” es un ejemplo de un supuesto inconsciente en una persona cuyas relaciones pri­mordiales con sus padres o sus hermanos no le inspiraron confian­za. Los siguientes son otros supuestos inconscientes comunes: “Debo luchar para sobrevivir. Nunca hay suficiente dinero. La vida es una permanente desilusión.”. Los supuestos inconscientes crean emociones físi­cas, las cuales a su vez generan actividad mental o reacciones instantáneas. Es así como creamos nuestra realidad personal.

La voz del ego perturba constantemente el estado natural de bienestar del cuerpo. El cuerpo lleva pegado un ego y no puede hacer otra cosa que reaccionar a todos los patrones disfuncionales de pensamiento que conforman el ego. Así, un torrente de emociones negativas acompaña al torrente de pensamientos compulsivos incesantes.

¿Qué es una emoción negativa?

Es una emoción tóxica para el cuerpo que interfiere con su equilibrio y su funcionamiento armonioso. Las emociones como el miedo, la ansiedad, la ira, el rencor, la tristeza, el odio, los celos y la envidia perturban el flujo de energía del cuerpo y afectan el corazón, el sistema inmune, la digestión, la producción de hormonas, etcétera. La emoción dañina para el cuerpo también se contagia a las personas que entran en contacto con nosotros e, indirectamente, a un sinnúmero de per­sonas a quienes ni siquiera conocemos, a través de una reacción en cadena. El término genérico para describir todas las emociones negativas es la infelicidad.

¿Entonces las emociones positivas tienen el efecto contrario sobre el cuerpo físico? ¿Fortalecen el sistema inmune, revitalizan y sanan el cuerpo?

Por supuesto que sí, pero debemos diferenciar las emociones positivas generadas por el ego de las emociones positivas emanadas del estado profundo de conexión con el Ser.

Las emociones positivas generadas por el ego traen consigo un opuesto en el cual se pueden convertir. He aquí algunos ejem­plos: lo que el ego llama amor es deseo de poseer y un apego que puede convertirse en odio en un segundo. La expectativa ante un evento, es decir, el exceso de importancia que el ego le da al futuro, se convierte fácilmente en desilusión y frustración cuando el evento no satisface las expectativas del ego. Los elogios y el reconocimiento nos hacen sentir alegres y optimistas un día, pero la crítica y la indiferencia nos dejan tristes e infelices al otro. El placer de una fiesta se convierte en fatiga y resaca al día siguiente. No hay bien sin mal, alegría sin tristeza… (bajo el control del ego).

Eckhart Tolle .

Fuente : Capitulo 5 – El cuerpo del dolor del libro “Una nueva Tierra”

El Pensamiento:
Las Emociones y El Ego:









Obsesiones, ¿pánico?

""La armonía llega a tu interior a través de tu mente. El predecesor de toda acción es el pensamiento".
Wayne W. Dyer
Los trastornos de ansiedad son los más concurridos dentro de la patología neurótica del ser humano. En las salas de urgencias de Psiquiatría de cualquier hospital general suele observarse a diario cuando surge la crisis.
El episodio de crisis de pánico es quizás el más paralizante para la persona que lo vive porque el poder de los pensamientos en esos momentos es tan grande que la sensación de la persona es "ser atrapada por sí misma". La reacción: la huida del propio yo; algo realmente imposible.
Pero vamos a intentar ordenar el tema para vuestra comprensión, empezando por la definición de trastornos de ansiedad. La ansiedad es aquella emoción que sentimos cuando creemos vernos amenazados por algo o alguien. Es una respuesta innata en el ser humano que de niño le preserva de muchos peligros y es normal que se experimente en determinadas situaciones.
Cuando la ansiedad surge sin que haya ningún estímulo temerario que justifique su presencia, entonces es una respuesta innecesaria que debe tratarse como trastorno psicológico.
Según la clasificación psiquiátrica de las diferentes enfermedades mentales, DSM IV, los trastornos de ansiedad se clasifican en:
  1. Trastorno de angustia sin agorafobia
  2. Trastorno de angustia con agorafobia
  3. Agorafobia sin historia de trastorno de angustia
  4. Fobia específica
  5. Fobia social
  6. Trastorno obsesivo-compulsivo
  7. Trastorno por estrés post-traumático
  8. Trastorno por estrés agudo
  9. Trastorno de ansiedad generalizada
  10. Trastorno de ansiedad debido a…
  11. Trastorno de ansiedad no especificado.
Pero como el objetivo de este artículo no es académico, hablaremos puramente de las crisis de pánico y las obsesiones.
Las denominadas crisis de pánico son episodios desbordantes de ansiedad en los que la persona deja de actuar paralizada por el miedo. No hay estímulo aparente que lo justifique, al menos en la realidad, porque ella cree que puede desvanecerse, sufrir un infarto o cualquier otra situación de pérdida de control. Los pensamientos se suceden rápidamente invadiendo todo criterio lógico y racional. A partir de aquel momento ya nada es lo que parece y la duda inunda todo raciocinio.
El sujeto sufridor de pánico teme cualquier acción y ningún lugar es seguro porque es su pensamiento el que le desborda, le descontrola. Los pensamientos que se suceden para desequilibrarlo siguen unos mismos esquemas:
  • Parecen taquigrafiados
  • Son repetitivos
  • Son específicos
  • Contienen palabras clave
  • Son irracionales, a pesar de lo cual casi siempre son creídos
  • Suelen ser difíciles de detener o desviar.
  • Dramatizan utilizando términos del tipo: "debería de", "y sí…"
  • Se viven como espontáneos.
La persona escucha atentamente esos mensajes que se envía a sí misma, se los cree y asume el descontrol y el miedo que la paralizan queriendo escapar a toda costa de sí misma, es decir de sus pensamientos. Los pensamientos automáticos al ser creídos se asientan con más fuerza en la persona formando parte de su cotidianeidad. Este hecho reduce la socialización en la persona que los sufre, quien limita salidas y contactos por el temor de que se vuelva a producir la crisis. Empieza por evitar aquellos lugares en los que sintió que le invadían esos pensamientos automáticos y poco a poco, con la generalización de sus ataques, se convierte en alguien incapaz de salir de su propia casa.
La solución a esta conducta tan limitativa está en trabajar los pensamientos que provocan esa desagradable emoción. Para ello contamos con diferentes técnicas dentro de la psicología cognitivo-conductual como la detención del pensamiento, la detección previa de esos pensamientos, la confrontación de esos con la realidad, etc.… La consecuencia que se pretende con ese intento de confrontar los pensamientos distorsionados con lo racional es para que uno mismo se crea lo absurdo del pensamiento paralizante y así eliminarlos del lenguaje interior.
Vamos a analizar un pensamiento distorsionante y su confrontación con la realidad para comprender mejor el proceso:
"Soy una persona que por motivos de mi trabajo suelo tener reuniones en los que dirijo a un grupo de subordinados cómo hacer su trabajo. Suelen ser rutinas que por mi propia y amplia experiencia no me suponen ningún temor. El problema surge el día en que como otros tantos días voy a una reunión más general de la firma y estando tranquilamente conversando con unos y otros, siento que se pronuncia mi nombre en alto y la sala queda en silencio en espera de que yo acuda a la "invitación" para contestar la pregunta en cuestión que se me hace y de la que no puedo acordarme. El miedo paraliza mis piernas y siento desfallecer, no soy capaz de moverme y mucho menos de mediar palabra, ¿qué me sucede? No puedo explicarlo pero aquel día hice totalmente el ridículo" -Estas son las palabras introductoras del problema de pánico frente a situaciones sociales que padece un paciente de 38 años -. Y prosigue así:
"A partir de aquel día no he podido seguir desarrollando mi trabajo con la comodidad que me caracterizaba. Ahora temo cualquier reunión por más simple que sea y ha llegado un punto mi temor que no soy capaz de ir al trabajo por miedo a que soliciten mi presencia y mis palabras en una improvisada reunión."
Le pregunto cómo se siente y describe: "Me siento un fracasado, alguien poco cualificado y ridículo, sé que la gente se ríe de mí por incompetencia."
¿Qué crees te pasó aquel día? - solicito - "Vi demasiados ojos pendientes de mí y creí que no sabría que decir"
¿Acaso no eres alguien competente en tu trabajo? - cuestiono - "Antes sí, ahora ya no."
¿Qué te lleva a pensar así? - pregunto - "No haber podido abrir la boca aquel día".
¿Crees que la competencia en un trabajo se valora por un día y no por un cúmulo de situaciones? - insisto - "Vi sus caras y supe lo que pensaban".
Si tú hubieras pertenecido al grupo que estaba a la escucha, te hubieras preocupado en pensar que alguien que no respondía a una demanda era clasificado de incompetente - increpé yo - "Eso es algo diferente, yo era quién no pronunció respuesta".
Lo único cierto es que no diste respuesta a la solicitud de opinión, lo demás son conjeturas que tú mismo te haces sin ningún apoyo racional. Si en vez de ello no le hubieras dado importancia porque en definitiva todos podemos tener un mal día, no dejarías que un episodio sin más importancia que la que tu pretendas darle te estropee la vida. Si te hubieras reído de tu "pánico" en el instante en que sucedió considerando como normal el acontecimiento, ahora no estarías aquí. Te sentiste incómodo interpretando los pensamientos de los demás asistentes para ridiculizarte. Son tus pensamientos de aquel instante los que han mantenido tu conducta de pánico actual. - manifesté -.
* * *
En la vida, a diario, nos encontramos con situaciones que nos provocan el pánico. Si los pensamientos automáticos que nos invaden en aquel momento son irracionales y dramáticos tendemos con ello a prolongar la emoción desagradable, generalizándola en otras situaciones posteriores. El pensamiento genera una emoción que se mantiene si la situación que provocó el pensamiento fue vivida como amenazante.
Imagínate resbalando en plena sala de juntas cuando estás sirviendo un café. Ante el gran resbalón, los jefes se ríen y tú piensas: "Menudo ridículo acabo de hacer, seguro que han pensado que soy una inútil y tonta." La emoción sentida es de vergüenza y en un futuro evitarás servir el café en la sala de juntas. Si además, cada vez que te cruzas con uno de los que presenciaron el "desastre" piensas seguro que aún se ríe de mí, el pánico invadirá diferentes áreas de tu vida, evitando situaciones de tu entorno cotidiano. Cuanta más negatividad e irracionalidad le dieras a tus pensamientos, más agudo sería el pánico. "Lo que piensas" se traduce en tus acciones, por ello es importante que se intente mantener un buen contacto con la realidad a la hora de expresar el lenguaje interior.
Las obsesiones son pensamientos deformantes que se mantienen constantemente en tu mente creando una obsesión continua. La obsesión es un fenómeno que aparece en tu conciencia contra la voluntad del sujeto. Se vive como absurdo, ilógico, ajeno al yo. El fenómeno obsesivo puede ser: una idea, un recuerdo, un temor, un impulso, un acto, …puede tener un contenido indiferente para el sujeto pero lo normal es que sea algo vivido como intolerable y desagradable. Debido a ello, el sujeto tiende a desarrollar unas conductas defensivas y rituales para vencer la obsesión, es lo que denominamos "compulsión". Los obsesivos con personas con tendencia a la pulcritud y al orden, son perfeccionistas que exigen mucho de los que forman su entorno.
Pánico y obsesión corresponden a luchas internas de la persona que se siente continuamente amenazada por sí misma y sus pensamientos. La primera acumula una gran dosis de ansiedad paralizando toda reacción. La segunda, más rígida y controladora, manifiesta rituales para eliminar la obsesión que no puede evitar. Los dos sufren pero la clave para vencer ambos está en la detección de los pensamientos distorsionantes.
Trabaja tus pensamientos, confrontándolos con la realidad para vencer estos trastornos.
Gloria Marsellach Umbert - Psicólogo









Obsesiones, ¿pánico?

""La armonía llega a tu interior a través de tu mente. El predecesor de toda acción es el pensamiento".
Wayne W. Dyer
Los trastornos de ansiedad son los más concurridos dentro de la patología neurótica del ser humano. En las salas de urgencias de Psiquiatría de cualquier hospital general suele observarse a diario cuando surge la crisis.
El episodio de crisis de pánico es quizás el más paralizante para la persona que lo vive porque el poder de los pensamientos en esos momentos es tan grande que la sensación de la persona es "ser atrapada por sí misma". La reacción: la huida del propio yo; algo realmente imposible.
Pero vamos a intentar ordenar el tema para vuestra comprensión, empezando por la definición de trastornos de ansiedad. La ansiedad es aquella emoción que sentimos cuando creemos vernos amenazados por algo o alguien. Es una respuesta innata en el ser humano que de niño le preserva de muchos peligros y es normal que se experimente en determinadas situaciones.
Cuando la ansiedad surge sin que haya ningún estímulo temerario que justifique su presencia, entonces es una respuesta innecesaria que debe tratarse como trastorno psicológico.
Según la clasificación psiquiátrica de las diferentes enfermedades mentales, DSM IV, los trastornos de ansiedad se clasifican en:
  1. Trastorno de angustia sin agorafobia
  2. Trastorno de angustia con agorafobia
  3. Agorafobia sin historia de trastorno de angustia
  4. Fobia específica
  5. Fobia social
  6. Trastorno obsesivo-compulsivo
  7. Trastorno por estrés post-traumático
  8. Trastorno por estrés agudo
  9. Trastorno de ansiedad generalizada
  10. Trastorno de ansiedad debido a…
  11. Trastorno de ansiedad no especificado.
Pero como el objetivo de este artículo no es académico, hablaremos puramente de las crisis de pánico y las obsesiones.
Las denominadas crisis de pánico son episodios desbordantes de ansiedad en los que la persona deja de actuar paralizada por el miedo. No hay estímulo aparente que lo justifique, al menos en la realidad, porque ella cree que puede desvanecerse, sufrir un infarto o cualquier otra situación de pérdida de control. Los pensamientos se suceden rápidamente invadiendo todo criterio lógico y racional. A partir de aquel momento ya nada es lo que parece y la duda inunda todo raciocinio.
El sujeto sufridor de pánico teme cualquier acción y ningún lugar es seguro porque es su pensamiento el que le desborda, le descontrola. Los pensamientos que se suceden para desequilibrarlo siguen unos mismos esquemas:
  • Parecen taquigrafiados
  • Son repetitivos
  • Son específicos
  • Contienen palabras clave
  • Son irracionales, a pesar de lo cual casi siempre son creídos
  • Suelen ser difíciles de detener o desviar.
  • Dramatizan utilizando términos del tipo: "debería de", "y sí…"
  • Se viven como espontáneos.
La persona escucha atentamente esos mensajes que se envía a sí misma, se los cree y asume el descontrol y el miedo que la paralizan queriendo escapar a toda costa de sí misma, es decir de sus pensamientos. Los pensamientos automáticos al ser creídos se asientan con más fuerza en la persona formando parte de su cotidianeidad. Este hecho reduce la socialización en la persona que los sufre, quien limita salidas y contactos por el temor de que se vuelva a producir la crisis. Empieza por evitar aquellos lugares en los que sintió que le invadían esos pensamientos automáticos y poco a poco, con la generalización de sus ataques, se convierte en alguien incapaz de salir de su propia casa.
La solución a esta conducta tan limitativa está en trabajar los pensamientos que provocan esa desagradable emoción. Para ello contamos con diferentes técnicas dentro de la psicología cognitivo-conductual como la detención del pensamiento, la detección previa de esos pensamientos, la confrontación de esos con la realidad, etc.… La consecuencia que se pretende con ese intento de confrontar los pensamientos distorsionados con lo racional es para que uno mismo se crea lo absurdo del pensamiento paralizante y así eliminarlos del lenguaje interior.
Vamos a analizar un pensamiento distorsionante y su confrontación con la realidad para comprender mejor el proceso:
"Soy una persona que por motivos de mi trabajo suelo tener reuniones en los que dirijo a un grupo de subordinados cómo hacer su trabajo. Suelen ser rutinas que por mi propia y amplia experiencia no me suponen ningún temor. El problema surge el día en que como otros tantos días voy a una reunión más general de la firma y estando tranquilamente conversando con unos y otros, siento que se pronuncia mi nombre en alto y la sala queda en silencio en espera de que yo acuda a la "invitación" para contestar la pregunta en cuestión que se me hace y de la que no puedo acordarme. El miedo paraliza mis piernas y siento desfallecer, no soy capaz de moverme y mucho menos de mediar palabra, ¿qué me sucede? No puedo explicarlo pero aquel día hice totalmente el ridículo" -Estas son las palabras introductoras del problema de pánico frente a situaciones sociales que padece un paciente de 38 años -. Y prosigue así:
"A partir de aquel día no he podido seguir desarrollando mi trabajo con la comodidad que me caracterizaba. Ahora temo cualquier reunión por más simple que sea y ha llegado un punto mi temor que no soy capaz de ir al trabajo por miedo a que soliciten mi presencia y mis palabras en una improvisada reunión."
Le pregunto cómo se siente y describe: "Me siento un fracasado, alguien poco cualificado y ridículo, sé que la gente se ríe de mí por incompetencia."
¿Qué crees te pasó aquel día? - solicito - "Vi demasiados ojos pendientes de mí y creí que no sabría que decir"
¿Acaso no eres alguien competente en tu trabajo? - cuestiono - "Antes sí, ahora ya no."
¿Qué te lleva a pensar así? - pregunto - "No haber podido abrir la boca aquel día".
¿Crees que la competencia en un trabajo se valora por un día y no por un cúmulo de situaciones? - insisto - "Vi sus caras y supe lo que pensaban".
Si tú hubieras pertenecido al grupo que estaba a la escucha, te hubieras preocupado en pensar que alguien que no respondía a una demanda era clasificado de incompetente - increpé yo - "Eso es algo diferente, yo era quién no pronunció respuesta".
Lo único cierto es que no diste respuesta a la solicitud de opinión, lo demás son conjeturas que tú mismo te haces sin ningún apoyo racional. Si en vez de ello no le hubieras dado importancia porque en definitiva todos podemos tener un mal día, no dejarías que un episodio sin más importancia que la que tu pretendas darle te estropee la vida. Si te hubieras reído de tu "pánico" en el instante en que sucedió considerando como normal el acontecimiento, ahora no estarías aquí. Te sentiste incómodo interpretando los pensamientos de los demás asistentes para ridiculizarte. Son tus pensamientos de aquel instante los que han mantenido tu conducta de pánico actual. - manifesté -.
* * *
En la vida, a diario, nos encontramos con situaciones que nos provocan el pánico. Si los pensamientos automáticos que nos invaden en aquel momento son irracionales y dramáticos tendemos con ello a prolongar la emoción desagradable, generalizándola en otras situaciones posteriores. El pensamiento genera una emoción que se mantiene si la situación que provocó el pensamiento fue vivida como amenazante.
Imagínate resbalando en plena sala de juntas cuando estás sirviendo un café. Ante el gran resbalón, los jefes se ríen y tú piensas: "Menudo ridículo acabo de hacer, seguro que han pensado que soy una inútil y tonta." La emoción sentida es de vergüenza y en un futuro evitarás servir el café en la sala de juntas. Si además, cada vez que te cruzas con uno de los que presenciaron el "desastre" piensas seguro que aún se ríe de mí, el pánico invadirá diferentes áreas de tu vida, evitando situaciones de tu entorno cotidiano. Cuanta más negatividad e irracionalidad le dieras a tus pensamientos, más agudo sería el pánico. "Lo que piensas" se traduce en tus acciones, por ello es importante que se intente mantener un buen contacto con la realidad a la hora de expresar el lenguaje interior.
Las obsesiones son pensamientos deformantes que se mantienen constantemente en tu mente creando una obsesión continua. La obsesión es un fenómeno que aparece en tu conciencia contra la voluntad del sujeto. Se vive como absurdo, ilógico, ajeno al yo. El fenómeno obsesivo puede ser: una idea, un recuerdo, un temor, un impulso, un acto, …puede tener un contenido indiferente para el sujeto pero lo normal es que sea algo vivido como intolerable y desagradable. Debido a ello, el sujeto tiende a desarrollar unas conductas defensivas y rituales para vencer la obsesión, es lo que denominamos "compulsión". Los obsesivos con personas con tendencia a la pulcritud y al orden, son perfeccionistas que exigen mucho de los que forman su entorno.
Pánico y obsesión corresponden a luchas internas de la persona que se siente continuamente amenazada por sí misma y sus pensamientos. La primera acumula una gran dosis de ansiedad paralizando toda reacción. La segunda, más rígida y controladora, manifiesta rituales para eliminar la obsesión que no puede evitar. Los dos sufren pero la clave para vencer ambos está en la detección de los pensamientos distorsionantes.
Trabaja tus pensamientos, confrontándolos con la realidad para vencer estos trastornos.
Gloria Marsellach Umbert - Psicólogo









Obsesiones, ¿pánico?

""La armonía llega a tu interior a través de tu mente. El predecesor de toda acción es el pensamiento".
Wayne W. Dyer
Los trastornos de ansiedad son los más concurridos dentro de la patología neurótica del ser humano. En las salas de urgencias de Psiquiatría de cualquier hospital general suele observarse a diario cuando surge la crisis.
El episodio de crisis de pánico es quizás el más paralizante para la persona que lo vive porque el poder de los pensamientos en esos momentos es tan grande que la sensación de la persona es "ser atrapada por sí misma". La reacción: la huida del propio yo; algo realmente imposible.
Pero vamos a intentar ordenar el tema para vuestra comprensión, empezando por la definición de trastornos de ansiedad. La ansiedad es aquella emoción que sentimos cuando creemos vernos amenazados por algo o alguien. Es una respuesta innata en el ser humano que de niño le preserva de muchos peligros y es normal que se experimente en determinadas situaciones.
Cuando la ansiedad surge sin que haya ningún estímulo temerario que justifique su presencia, entonces es una respuesta innecesaria que debe tratarse como trastorno psicológico.
Según la clasificación psiquiátrica de las diferentes enfermedades mentales, DSM IV, los trastornos de ansiedad se clasifican en:
  1. Trastorno de angustia sin agorafobia
  2. Trastorno de angustia con agorafobia
  3. Agorafobia sin historia de trastorno de angustia
  4. Fobia específica
  5. Fobia social
  6. Trastorno obsesivo-compulsivo
  7. Trastorno por estrés post-traumático
  8. Trastorno por estrés agudo
  9. Trastorno de ansiedad generalizada
  10. Trastorno de ansiedad debido a…
  11. Trastorno de ansiedad no especificado.
Pero como el objetivo de este artículo no es académico, hablaremos puramente de las crisis de pánico y las obsesiones.
Las denominadas crisis de pánico son episodios desbordantes de ansiedad en los que la persona deja de actuar paralizada por el miedo. No hay estímulo aparente que lo justifique, al menos en la realidad, porque ella cree que puede desvanecerse, sufrir un infarto o cualquier otra situación de pérdida de control. Los pensamientos se suceden rápidamente invadiendo todo criterio lógico y racional. A partir de aquel momento ya nada es lo que parece y la duda inunda todo raciocinio.
El sujeto sufridor de pánico teme cualquier acción y ningún lugar es seguro porque es su pensamiento el que le desborda, le descontrola. Los pensamientos que se suceden para desequilibrarlo siguen unos mismos esquemas:
  • Parecen taquigrafiados
  • Son repetitivos
  • Son específicos
  • Contienen palabras clave
  • Son irracionales, a pesar de lo cual casi siempre son creídos
  • Suelen ser difíciles de detener o desviar.
  • Dramatizan utilizando términos del tipo: "debería de", "y sí…"
  • Se viven como espontáneos.
La persona escucha atentamente esos mensajes que se envía a sí misma, se los cree y asume el descontrol y el miedo que la paralizan queriendo escapar a toda costa de sí misma, es decir de sus pensamientos. Los pensamientos automáticos al ser creídos se asientan con más fuerza en la persona formando parte de su cotidianeidad. Este hecho reduce la socialización en la persona que los sufre, quien limita salidas y contactos por el temor de que se vuelva a producir la crisis. Empieza por evitar aquellos lugares en los que sintió que le invadían esos pensamientos automáticos y poco a poco, con la generalización de sus ataques, se convierte en alguien incapaz de salir de su propia casa.
La solución a esta conducta tan limitativa está en trabajar los pensamientos que provocan esa desagradable emoción. Para ello contamos con diferentes técnicas dentro de la psicología cognitivo-conductual como la detención del pensamiento, la detección previa de esos pensamientos, la confrontación de esos con la realidad, etc.… La consecuencia que se pretende con ese intento de confrontar los pensamientos distorsionados con lo racional es para que uno mismo se crea lo absurdo del pensamiento paralizante y así eliminarlos del lenguaje interior.
Vamos a analizar un pensamiento distorsionante y su confrontación con la realidad para comprender mejor el proceso:
"Soy una persona que por motivos de mi trabajo suelo tener reuniones en los que dirijo a un grupo de subordinados cómo hacer su trabajo. Suelen ser rutinas que por mi propia y amplia experiencia no me suponen ningún temor. El problema surge el día en que como otros tantos días voy a una reunión más general de la firma y estando tranquilamente conversando con unos y otros, siento que se pronuncia mi nombre en alto y la sala queda en silencio en espera de que yo acuda a la "invitación" para contestar la pregunta en cuestión que se me hace y de la que no puedo acordarme. El miedo paraliza mis piernas y siento desfallecer, no soy capaz de moverme y mucho menos de mediar palabra, ¿qué me sucede? No puedo explicarlo pero aquel día hice totalmente el ridículo" -Estas son las palabras introductoras del problema de pánico frente a situaciones sociales que padece un paciente de 38 años -. Y prosigue así:
"A partir de aquel día no he podido seguir desarrollando mi trabajo con la comodidad que me caracterizaba. Ahora temo cualquier reunión por más simple que sea y ha llegado un punto mi temor que no soy capaz de ir al trabajo por miedo a que soliciten mi presencia y mis palabras en una improvisada reunión."
Le pregunto cómo se siente y describe: "Me siento un fracasado, alguien poco cualificado y ridículo, sé que la gente se ríe de mí por incompetencia."
¿Qué crees te pasó aquel día? - solicito - "Vi demasiados ojos pendientes de mí y creí que no sabría que decir"
¿Acaso no eres alguien competente en tu trabajo? - cuestiono - "Antes sí, ahora ya no."
¿Qué te lleva a pensar así? - pregunto - "No haber podido abrir la boca aquel día".
¿Crees que la competencia en un trabajo se valora por un día y no por un cúmulo de situaciones? - insisto - "Vi sus caras y supe lo que pensaban".
Si tú hubieras pertenecido al grupo que estaba a la escucha, te hubieras preocupado en pensar que alguien que no respondía a una demanda era clasificado de incompetente - increpé yo - "Eso es algo diferente, yo era quién no pronunció respuesta".
Lo único cierto es que no diste respuesta a la solicitud de opinión, lo demás son conjeturas que tú mismo te haces sin ningún apoyo racional. Si en vez de ello no le hubieras dado importancia porque en definitiva todos podemos tener un mal día, no dejarías que un episodio sin más importancia que la que tu pretendas darle te estropee la vida. Si te hubieras reído de tu "pánico" en el instante en que sucedió considerando como normal el acontecimiento, ahora no estarías aquí. Te sentiste incómodo interpretando los pensamientos de los demás asistentes para ridiculizarte. Son tus pensamientos de aquel instante los que han mantenido tu conducta de pánico actual. - manifesté -.
* * *
En la vida, a diario, nos encontramos con situaciones que nos provocan el pánico. Si los pensamientos automáticos que nos invaden en aquel momento son irracionales y dramáticos tendemos con ello a prolongar la emoción desagradable, generalizándola en otras situaciones posteriores. El pensamiento genera una emoción que se mantiene si la situación que provocó el pensamiento fue vivida como amenazante.
Imagínate resbalando en plena sala de juntas cuando estás sirviendo un café. Ante el gran resbalón, los jefes se ríen y tú piensas: "Menudo ridículo acabo de hacer, seguro que han pensado que soy una inútil y tonta." La emoción sentida es de vergüenza y en un futuro evitarás servir el café en la sala de juntas. Si además, cada vez que te cruzas con uno de los que presenciaron el "desastre" piensas seguro que aún se ríe de mí, el pánico invadirá diferentes áreas de tu vida, evitando situaciones de tu entorno cotidiano. Cuanta más negatividad e irracionalidad le dieras a tus pensamientos, más agudo sería el pánico. "Lo que piensas" se traduce en tus acciones, por ello es importante que se intente mantener un buen contacto con la realidad a la hora de expresar el lenguaje interior.
Las obsesiones son pensamientos deformantes que se mantienen constantemente en tu mente creando una obsesión continua. La obsesión es un fenómeno que aparece en tu conciencia contra la voluntad del sujeto. Se vive como absurdo, ilógico, ajeno al yo. El fenómeno obsesivo puede ser: una idea, un recuerdo, un temor, un impulso, un acto, …puede tener un contenido indiferente para el sujeto pero lo normal es que sea algo vivido como intolerable y desagradable. Debido a ello, el sujeto tiende a desarrollar unas conductas defensivas y rituales para vencer la obsesión, es lo que denominamos "compulsión". Los obsesivos con personas con tendencia a la pulcritud y al orden, son perfeccionistas que exigen mucho de los que forman su entorno.
Pánico y obsesión corresponden a luchas internas de la persona que se siente continuamente amenazada por sí misma y sus pensamientos. La primera acumula una gran dosis de ansiedad paralizando toda reacción. La segunda, más rígida y controladora, manifiesta rituales para eliminar la obsesión que no puede evitar. Los dos sufren pero la clave para vencer ambos está en la detección de los pensamientos distorsionantes.
Trabaja tus pensamientos, confrontándolos con la realidad para vencer estos trastornos.
Gloria Marsellach Umbert - Psicólogo










Obsesiones, ¿pánico?

""La armonía llega a tu interior a través de tu mente. El predecesor de toda acción es el pensamiento".
Wayne W. Dyer
Los trastornos de ansiedad son los más concurridos dentro de la patología neurótica del ser humano. En las salas de urgencias de Psiquiatría de cualquier hospital general suele observarse a diario cuando surge la crisis.
El episodio de crisis de pánico es quizás el más paralizante para la persona que lo vive porque el poder de los pensamientos en esos momentos es tan grande que la sensación de la persona es "ser atrapada por sí misma". La reacción: la huida del propio yo; algo realmente imposible.
Pero vamos a intentar ordenar el tema para vuestra comprensión, empezando por la definición de trastornos de ansiedad. La ansiedad es aquella emoción que sentimos cuando creemos vernos amenazados por algo o alguien. Es una respuesta innata en el ser humano que de niño le preserva de muchos peligros y es normal que se experimente en determinadas situaciones.
Cuando la ansiedad surge sin que haya ningún estímulo temerario que justifique su presencia, entonces es una respuesta innecesaria que debe tratarse como trastorno psicológico.
Según la clasificación psiquiátrica de las diferentes enfermedades mentales, DSM IV, los trastornos de ansiedad se clasifican en:
  1. Trastorno de angustia sin agorafobia
  2. Trastorno de angustia con agorafobia
  3. Agorafobia sin historia de trastorno de angustia
  4. Fobia específica
  5. Fobia social
  6. Trastorno obsesivo-compulsivo
  7. Trastorno por estrés post-traumático
  8. Trastorno por estrés agudo
  9. Trastorno de ansiedad generalizada
  10. Trastorno de ansiedad debido a…
  11. Trastorno de ansiedad no especificado.
Pero como el objetivo de este artículo no es académico, hablaremos puramente de las crisis de pánico y las obsesiones.
Las denominadas crisis de pánico son episodios desbordantes de ansiedad en los que la persona deja de actuar paralizada por el miedo. No hay estímulo aparente que lo justifique, al menos en la realidad, porque ella cree que puede desvanecerse, sufrir un infarto o cualquier otra situación de pérdida de control. Los pensamientos se suceden rápidamente invadiendo todo criterio lógico y racional. A partir de aquel momento ya nada es lo que parece y la duda inunda todo raciocinio.
El sujeto sufridor de pánico teme cualquier acción y ningún lugar es seguro porque es su pensamiento el que le desborda, le descontrola. Los pensamientos que se suceden para desequilibrarlo siguen unos mismos esquemas:
  • Parecen taquigrafiados
  • Son repetitivos
  • Son específicos
  • Contienen palabras clave
  • Son irracionales, a pesar de lo cual casi siempre son creídos
  • Suelen ser difíciles de detener o desviar.
  • Dramatizan utilizando términos del tipo: "debería de", "y sí…"
  • Se viven como espontáneos.
La persona escucha atentamente esos mensajes que se envía a sí misma, se los cree y asume el descontrol y el miedo que la paralizan queriendo escapar a toda costa de sí misma, es decir de sus pensamientos. Los pensamientos automáticos al ser creídos se asientan con más fuerza en la persona formando parte de su cotidianeidad. Este hecho reduce la socialización en la persona que los sufre, quien limita salidas y contactos por el temor de que se vuelva a producir la crisis. Empieza por evitar aquellos lugares en los que sintió que le invadían esos pensamientos automáticos y poco a poco, con la generalización de sus ataques, se convierte en alguien incapaz de salir de su propia casa.
La solución a esta conducta tan limitativa está en trabajar los pensamientos que provocan esa desagradable emoción. Para ello contamos con diferentes técnicas dentro de la psicología cognitivo-conductual como la detención del pensamiento, la detección previa de esos pensamientos, la confrontación de esos con la realidad, etc.… La consecuencia que se pretende con ese intento de confrontar los pensamientos distorsionados con lo racional es para que uno mismo se crea lo absurdo del pensamiento paralizante y así eliminarlos del lenguaje interior.
Vamos a analizar un pensamiento distorsionante y su confrontación con la realidad para comprender mejor el proceso:
"Soy una persona que por motivos de mi trabajo suelo tener reuniones en los que dirijo a un grupo de subordinados cómo hacer su trabajo. Suelen ser rutinas que por mi propia y amplia experiencia no me suponen ningún temor. El problema surge el día en que como otros tantos días voy a una reunión más general de la firma y estando tranquilamente conversando con unos y otros, siento que se pronuncia mi nombre en alto y la sala queda en silencio en espera de que yo acuda a la "invitación" para contestar la pregunta en cuestión que se me hace y de la que no puedo acordarme. El miedo paraliza mis piernas y siento desfallecer, no soy capaz de moverme y mucho menos de mediar palabra, ¿qué me sucede? No puedo explicarlo pero aquel día hice totalmente el ridículo" -Estas son las palabras introductoras del problema de pánico frente a situaciones sociales que padece un paciente de 38 años -. Y prosigue así:
"A partir de aquel día no he podido seguir desarrollando mi trabajo con la comodidad que me caracterizaba. Ahora temo cualquier reunión por más simple que sea y ha llegado un punto mi temor que no soy capaz de ir al trabajo por miedo a que soliciten mi presencia y mis palabras en una improvisada reunión."
Le pregunto cómo se siente y describe: "Me siento un fracasado, alguien poco cualificado y ridículo, sé que la gente se ríe de mí por incompetencia."
¿Qué crees te pasó aquel día? - solicito - "Vi demasiados ojos pendientes de mí y creí que no sabría que decir"
¿Acaso no eres alguien competente en tu trabajo? - cuestiono - "Antes sí, ahora ya no."
¿Qué te lleva a pensar así? - pregunto - "No haber podido abrir la boca aquel día".
¿Crees que la competencia en un trabajo se valora por un día y no por un cúmulo de situaciones? - insisto - "Vi sus caras y supe lo que pensaban".
Si tú hubieras pertenecido al grupo que estaba a la escucha, te hubieras preocupado en pensar que alguien que no respondía a una demanda era clasificado de incompetente - increpé yo - "Eso es algo diferente, yo era quién no pronunció respuesta".
Lo único cierto es que no diste respuesta a la solicitud de opinión, lo demás son conjeturas que tú mismo te haces sin ningún apoyo racional. Si en vez de ello no le hubieras dado importancia porque en definitiva todos podemos tener un mal día, no dejarías que un episodio sin más importancia que la que tu pretendas darle te estropee la vida. Si te hubieras reído de tu "pánico" en el instante en que sucedió considerando como normal el acontecimiento, ahora no estarías aquí. Te sentiste incómodo interpretando los pensamientos de los demás asistentes para ridiculizarte. Son tus pensamientos de aquel instante los que han mantenido tu conducta de pánico actual. - manifesté -.
* * *
En la vida, a diario, nos encontramos con situaciones que nos provocan el pánico. Si los pensamientos automáticos que nos invaden en aquel momento son irracionales y dramáticos tendemos con ello a prolongar la emoción desagradable, generalizándola en otras situaciones posteriores. El pensamiento genera una emoción que se mantiene si la situación que provocó el pensamiento fue vivida como amenazante.
Imagínate resbalando en plena sala de juntas cuando estás sirviendo un café. Ante el gran resbalón, los jefes se ríen y tú piensas: "Menudo ridículo acabo de hacer, seguro que han pensado que soy una inútil y tonta." La emoción sentida es de vergüenza y en un futuro evitarás servir el café en la sala de juntas. Si además, cada vez que te cruzas con uno de los que presenciaron el "desastre" piensas seguro que aún se ríe de mí, el pánico invadirá diferentes áreas de tu vida, evitando situaciones de tu entorno cotidiano. Cuanta más negatividad e irracionalidad le dieras a tus pensamientos, más agudo sería el pánico. "Lo que piensas" se traduce en tus acciones, por ello es importante que se intente mantener un buen contacto con la realidad a la hora de expresar el lenguaje interior.
Las obsesiones son pensamientos deformantes que se mantienen constantemente en tu mente creando una obsesión continua. La obsesión es un fenómeno que aparece en tu conciencia contra la voluntad del sujeto. Se vive como absurdo, ilógico, ajeno al yo. El fenómeno obsesivo puede ser: una idea, un recuerdo, un temor, un impulso, un acto, …puede tener un contenido indiferente para el sujeto pero lo normal es que sea algo vivido como intolerable y desagradable. Debido a ello, el sujeto tiende a desarrollar unas conductas defensivas y rituales para vencer la obsesión, es lo que denominamos "compulsión". Los obsesivos con personas con tendencia a la pulcritud y al orden, son perfeccionistas que exigen mucho de los que forman su entorno.
Pánico y obsesión corresponden a luchas internas de la persona que se siente continuamente amenazada por sí misma y sus pensamientos. La primera acumula una gran dosis de ansiedad paralizando toda reacción. La segunda, más rígida y controladora, manifiesta rituales para eliminar la obsesión que no puede evitar. Los dos sufren pero la clave para vencer ambos está en la detección de los pensamientos distorsionantes.
Trabaja tus pensamientos, confrontándolos con la realidad para vencer estos trastornos.
Gloria Marsellach Umbert - Psicólogo
usuarios.multimania.es/puntodevista/Pr/tema5/tema5.html -


Trastorno obsesivo compulsivo




El trastorno obsesivo-compulsivo o TOC está clasificado dentro de los trastornos de ansiedad según el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Como el nombre del trastorno indica, su principal manifestación es la de obsesiones y/o compulsiones recurrentes, que provocan un malestar clínico significativo, representan una pérdida de tiempo importante e interfieren con la rutina diaria de la persona, sus relaciones laborales o su vida social. Sus preocupaciones suelen ocasionar una disminución del rendimiento en actividades o tareas que requieren concentración.

Algunas características que mantienen las personas con TOC son las de evitación, indecisión, culpa, gran responsabilidad, duda patológica, lentitud y excesivo control.

Muchos pacientes consultan años después de haber iniciado el trastorno, ya que sus síntomas no se habían considerado anormales, sino que lo asocian simplemente a rigidez o a su perfección; en otros casos más extremos, en algún momento la persona reconocerá que estas obsesiones y compulsiones son exageradas o irracionales. Debe descartarse que los síntomas no sean debidos a otro trastorno y que no sea producido por alguna enfermedad médica o por un medicamento o sustancia.

Pero, ¿qué son las obsesiones y las compulsiones?:

Las obsesiones son pensamientos, impulsos o imágenes que son recurrentes, persistentes, intrusivas e inapropiadas que provocan malestar, miedo o culpa. Ante las obsesiones se realizan, de forma forzada por uno mismo, diferentes comportamientos o actos mentales llamados compulsiones, que son innecesarios, repetitivos, excesivos y en el que se pierde mucho tiempo, para evitar o reducir el malestar que le supone a la persona o para prevenir alguna situación o acontecimiento temido. Estas compulsiones se suelen ritualizar, y se distinguen cuando se tienen que realizar una serie de tareas al realizar la compulsión.

Las obsesiones más frecuentes son:

-Suciedad, contaminación y enfermedad (obsesiones nosofóbicas): pensar en ensuciarse o contaminarse y causar así una enfermedad

- Agresión (fobia de impulsión): temer agredir a otras personas o a uno mismo

- Estar en peligro/comprobación (dudas obsesivas): pensar en que se está en peligro a causa de alguna imprudencia que se teme cometer; no estar absolutamente seguro de si se ha realizado una tarea, el error sería fatal

-Sexualidad: angustiarse ante impulsos de desnudarse, de su orientación sexual, besar a alguien en contra de su voluntad, etc

-Ideas de contraste: aparición de ideas de forma brusca e inesperada que causan contradicción con las creencias de la persona o sus sentimientos

-Asunto abstracto (escrúpulos obsesivos): son una cadena de pensamientos sobre un tema que se repite una y otra vez. Pueden ser desde temas filosóficos o religiosos hasta la forma de ser o comportarse

-Aritmomanía: necesidad obsesiva de contar objetos, sumar, ver si el resultado es capicúa, par o impar, etc

Las compulsiones más frecuentes son:

-Limpieza y desinfección: limpiar la casa, el cuerpo, la ropa, las mascotas, etc para que esté todo bien desinfectado y no haya riesgo de contaminarse

-Comprobación: asegurarse y comprobar de que no se ha cometido ningún error o de que algo malo no ha ocurrido, como ver si la llave del gas está cerrada, comprobar que se ha cerrado la puerta de casa, etc

-Orden y simetría: ordenar diferentes objetos de forma determinada para que no causen malestar

-Repetición o contar: repetir una serie de comportamientos o acciones mentales; en ocasiones son un número determinado como encender y apagar la luz tres veces antes de entrar en una habitación

-Acumulación: guardar una gran cantidad de objetos que acaban ocupando mucho espacio y que pueden no ser útiles

Prevalencia:

El trastorno obsesivo-compulsivo suele iniciarse en la adolescencia o a principios de la edad adulta, siendo mayor en hombres que en mujeres. Aún así, en la edad adulta la proporción entre ambos sexos es similar, manifestándose el TOC alrededor del 2% de la población general.

Diagnóstico diferencial:

Algunos de los síntomas del TOC se relacionan con otros trastornos y puede llegar a la confusión. Su diagnóstico no debe realizarse si las ideas o rituales se relaciona exclusivamente con otro trastorno mental, aunque el diagnóstico adicional de trastorno obsesivo-compulsivo puede seguir estando indicado si el contenido de las obsesiones o compulsiones no mantiene relación alguna con el trastorno mental concomitante.

-Depresión mayor: este trastorno puede confundirse con sintomatología del TOC, ya que su alteración de humor propicia un seguido de pensamientos desagradables

-Esquizofrenia: antes de que aparezca la sintomatología típica de la esquizofrenia suele ser confuso su diagnóstico, porque aparecen una serie de ideas de carácter obsesivo, que posteriormente se pueden rechazar por la aparición de ideas delirantes o de síntomas alucinatorios.

-Trastorno de ansiedad generalizada: se caracteriza por una inquietud excesiva de preocupaciones referente a circunstancias de la vida real

-Hipocondría: incorrecta interpretación se los síntomas físicos que se relacionan con el miedo a padecer o estar padeciendo una enfermedad

-Los tics o los movimientos estereotipados: se diferencian de los síntomas del TOC porque no hay como finalizar neutralizar una obsesión

¿Qué puede ayudar a que se desarrolle el TOC?

Tener una genética predispuesta, una base de personalidad obsesiva-compulsiva juntamente con acontecimientos vitales estresantes puede desencadenarse en un TOC. La principal diferencia es que en el TOC las obsesiones y compulsiones consumen una gran cantidad de tiempo, son excesivas, irracionales y afectan negativamente a la vida de la persona.

Hay ciertos acontecimientos en la infancia que pueden propiciar a esa personalidad: como tener que tomar muchas responsabilidades no acordes con la edad, exceso de protección familiar que conlleva a ser más perfeccionista y sensible, ciertos comportamientos y educación recibida dentro del círculo familiar, la fomentación de creencias en el ámbito escolar o fuera de la familia, o con los errores que tienen consecuencias negativas para el niño.

Ejemplo de una narrativa de una persona con TOC:

“También creo que lo de la limpieza y el orden de las cosas no es nada de enfermedad, simplemente tiene que ver con que en mi casa sobresalen las cualidades de la limpieza, la religión y el orden, y por eso creo que soy así. Además, no tiene nada de malo evitar enfermedades [...]. Lo que sí se me hace raro es que tenga que hacerlo tantas veces. Antes no era tan excesiva en ese tema [...]. A veces sí me parece que es como absurdo que yo viva en torno a si me voy a enfermar o si mi familia se va a enfermar, pero me da mucho miedo si eso llega a suceder y no puedo evitarlo…”

Tratamiento

La mejor opción es la combinación de antidepresivos con la psicoterapia, pero en algunos casos las personas con TOC rechazarán el tratamiento farmacológico porque creen que ello les reducirá su capacidad de control antes las situaciones.

El tratamiento psicológico más efectivo es el cognitivo-conductual: para tratar las obsesiones se utiliza la exposición de los estímulos obsesivos, ésta será gradual pero empezando de forma intensa ya que así la eficacia será mayor al enfrentarse con tolerar más ansiedad, y para las compulsiones se utilizará la prevención de respuesta, que lo que se pretende es impedir la realización de estos actos o rituales; técnicas cognitivas y psicoeducativas también serán imprescindibles para la terapia, explorando tanto los factores relacionados con la adquisición como el mantenimiento de sus síntomas, incidiendo en cómo evalúa e interpreta el paciente sus pensamientos, en la toma de conciencia para reducir el peligro existente, ayudar a limitar su tiempo, disfrutar de las cosas, no atribuirse culpa, la toma de decisiones, etc.

Se ha de hacer hincapié en que no desaparecerán todas las obsesiones porque alrededor del 90% de la población tiene algún tipo de pensamiento o impulso desagradable sin ser desadaptativo.

Bibliografía:

- American Psychiatric Association (1995). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales: DSM IV. Masson

-Barajas, S. (2002). Subtipos de trastorno obsesivo compulsivo, características diferenciales de los obsesivos puros y asociación con síntomas de ansiedad, depresión y preocupaciones. Clínica y salud, 13(2), 207-231

-Cortés, C., Uribe, C. y Vásques, R. (2005). Etnografía clínica y narrativas de enfermedad de pacientes afectados con trastorno obsesivo-compulsivo. Revista colombiana de psiquiatría, 2(34), 190-219

-Hill, N. & Beamish, P. (2007). Treatment outcomes for obsessive compulsive disorder: a critical review. Journal of counseling & development, 85, 504-510

-Jarne, A. y Talarn, A. (2005). Manual de psicopatología clínica. Barcelona: paidós

-Moreno, P., Martín, J., García, J., yViñas, R. (2008). Dominar las obsesiones. Bilbao: desclée de brouwer

-Vallejo, M. A. (2001). Tratamientos eficaces para el trastorno obsesivo compulsivo. Psicothema, 13(3), 419-427

Redactado por la psicóloga Victoria Gascón
http://infoansiedad.org/trastornos-de-ansiedad-2/trastorno-obsesivo-compulsivo/

LOS PENSAMIENTOS REPETITIVOS

 

LOS PENSAMIENTOS REPETITIVOS 

Dentro de la desconexión de la realidad, uno de los motivos fundamentales es que se está pensando continuamente. Hay ideas que obsesionan, en cierto modo, sobre lo que nos ocurre, sobre cómo somos, etc., y no nos dejan vivir.

Es muy importante para nosotros cortar estos pensamientos. Entre otras cosas, porque no siempre son ciertos. La idea que tenemos ahora de nosotros y de lo que nos ocurre irá cambiando, para bien. Recordar, como posiblemente hagamos, conversaciones, caras, situaciones que nos han hecho daño o que no conseguimos superar, tampoco nos ayuda. Por eso, lo mejor es ir cortando los pensamientos desagradables y sobre todo reiterativos.

Al pricipio cuesta concentrarse en algo, anda uno con la cabeza perdida en ningún sitio, sin capacidad para estar centrado en una tarea concreta, con grandes despistes en el trabajo, en casa, y sin ganas de hacer nada. Vamos a salir de ahí, poco a poco, como todo.

Es muy positivo hacer cosas que nos distraigan, pero de verdad. No sirve ir al parque o ver la televisión y estar en realidad pensando en lo de siempre. Hacemos esto para mejorar, así que hay que trabajar, es por nosotros. Si no puedes, como es muy posible, concentrarte en ninguna tarea desde el principio, entonces vamos a fortalecer esa capacidad perdida. Se puede, claro que se puede.

Será de forma gradual. Vamos a coger nuestra atención de forma totalmente consciente y la vamos a poner en algo que no tenga relación con lo que nos pasa y sea agradable para nosotros. Sirve un libro, un programa de televisión, o hacer ejercicio. Ha de ser algo que hagamos a solas.
Nos fijaremos en esa tarea fuertemente, con todo lo que somos, sin pensar en nada. Lo conseguiremos al menos unos segundos. Posiblemente, en seguida la cabeza volverá a lo suyo. Su tarea es ser importante para nosotros y no la vamos a dejar. En nuestra vida mandamos nosotros, pensamientos incluidos. Hay que ser conscientes de que esos pensamientos nos están haciendo daño y no dejarles pasar, de acuerdo?
Volvemos a la carga, nos centramos completamente en la lectura, ejercicio, etc. Una y otra vez, hasta que nos demos cuenta de que hemos estado un rato, un pequeño tiempo sin pensar en el ogro que nos aterroriza. Repítelo las veces que haga falta, cada vez podrás un poco más y siempre se consigue, es algo mecánico. Te estás educando hacia lo que te conviene. Trabaja en ello.

¡Enhorabuena! Este es un paso de gigante. Habrás conseguido coger las riendas de tus pensamientos, mandarlos a la porra por un rato. Esto es algo que nos vendrá bien hacer cada vez más. Cada vez más amenudo, cada vez más tiempo. Iremos haciendo las cosas, sólo pensando en ellas. Iremos sabiendo que somos capaces de centrarnos en algo, en recoger la casa, en terminar el inventario del trabajo, en estar un rato leyendo, etc. Eso nos permitirá planificar, decir, por ejemplo, hoy voy a hacer tal cosa, ya que tenemos la confianza de que podemos centrarnos en ello y no acabaremos despistados en un rincón, pensando en cosas que sólo nos hacen mal.

Adelante, siempre adelante, poco a poco, segundo a segundo, paso a paso, se construyeron las pirámides. Hoy, el reto es parar nuestro pensamiento negativo, aunque sea un instante. Mañana dos instantes...hasta que tú decidas en qué piensas. 
http://ayudaparaladepresion.blogspot.com/2009/01/los-pensamientos-repetitivos.html

El poder de nuestros pensamientos


Nuestra mente genera pensamientos constantemente, por tanto nos encontramos en un estado de creación permanente, aunque no nos demos cuenta de ello. Nuestro estilo de vida y nuestra forma de ser están directamente relacionados con el poder creador de nuestro pensamiento. Renñe Fidelsky observa los efectos del pensamiento a nivel material, emocional, fisiológico y espiritual en su libro El poder creador de la mente. A continuación explicamos algunos de estos efectos:
Efectos materiales del pensamiento: La creatividad del pensamiento es tal que el ser humano ha inventado la electricidad, los ordenadores, la telefonía, etc. Todo esto se originó con un pensamiento
Efectos emocionales del pensamiento: (historia clásica Hindú) “Una noche, después de ver en un documental sobre serpientes en la televisión, me levanto y salgo al jardín a pasear con mi amigo. Caminando, de pronto me doy cuenta, lleno de horror, de que acabo de pisar una cobra enrollada. Me quedo bloqueado, sin respiración, paralizado de miedo. Creo atención. Mi acompañante, sorprendido, me demuestra que es una manguera enrollada. El pensamiento “ es una cobra”, creó un estado emocional alterado, un miedo a morir. El efecto con respecto a mi reacción fue el mismo que si hubiera una cobra bajo mis pies. En muchas ocasiones, nuestros estados emocionales son consecuencia de nuestra percepción mental de las situaciones y acontecimientos que suceden en nuestra vida.”
Efecto fisiológico del pensamiento: En la actualidad, son ya muchos los medicos que reconocen que ciertas enfermedades son el resultado de actitudes mentales (por ejemplo, la ulcera de éstomago). Un 85% de las enfermedades tienen un origen psicosomático, es decir, son causadas por factores psicológicos. Los medicamentos suelen actuar, en muchas ocasiones, mediante el llamado efecto placebo. Por tanto, el poder del pensamiento puede hacer que una persona, en ocasiones, se cure o enferme, o que le suba o le baje la fiebre.
Efecto espiritual del pensamiento: Las personas que mediante la meditación y la reflexión profundizan en su identidad espiritual, aprenden a liberar una energía positiva que se manifiesta en las cualidades de la paz, el amor, la pureza, la felicidad, la sabiduría y el equilibrio. Cuando somos más conscientes de cómo pensamos y sentimos, reconocemos los rasgos más positivos y hermosos de nuestra personalidad, pero también somos conscientes de los habitos negativos que hemos creado, y que se manifiestan en forma de miedos, prejuicios, adiciones, etc.
El primer paso, y uno de los más importantes para transformar esos rasgos negativos de personalidad, es reconocerlos, y a partir de ahí, tomar la firme determinación de querer transformar esa parte más oscura de nuestro ser.
Fuente: Renñe Fidelsky / Crecimientopersonal
http://www.somosinternet.com/el-poder-de-nuestros-pensamientos/

¿Qué son las obsesiones?

Un incómodo ritual diario
Luís Martínez González

El ser humano ha sido bautizado como animal racional. Pero, no pocas veces, esa racionalidad sirve para causarnos preocupaciones y enfermedades como las obsesiones. Para definir éstas, debemos comenzar por explicar qué es obsesión y qué no lo es.
Todas las personas tenemos alguna manía: unos dudan sistemáticamente si han apagado la luz o cerrado la puerta al salir de casa y regresan para confirmarlo; otros cuentan todo lo que está a su alcance -peldaños de las escaleras, baldosas, etc-; hay quien lleva un amuleto completamente inútil en el bolsillo; quiénes ocupan siempre la misma silla en las reuniones; quiénes memorizan cualquier cosa; en fin, la lista sería interminable.
La de la limpieza es una de las manías más frecuentes
La de la limpieza es una de las manías más frecuentes
Pero cuando estas manías condicionan nuestra vida del tal forma que, si no llevamos a cabo estas ceremonias, sufrimos y nos angustiamos, nos encontramos ante un trastorno obsesivo compulsivo, una obsesión, que limita nuestra libertad vital y que puede requerir la intervención de un psicólogo o un psiquiatra.
Por tanto, podríamos definir obsesión como un pensamiento que se repite de modo insistente, a pesar de que la voluntad de la persona trata de evitarlo. Cuando se convierten en hábito de conducta, el individuo se ve obligado a ejecutarlos para sentirse bien, aunque es consciente de que son absurdos e irracionales. Si las obsesiones se asocian entre sí, hablamos de rituales patológicos.


La causa de las obsesiones se halla en los pensamientos negativos que proporcionan una visión subjetiva de la realidad. Estos pensamientos proceden de la magnificación de los aspectos menos positivos. Por ejemplo, ante un problema, la persona se conciencia de que también le va a pasar a él; cree que los demás tienen una opinión desfavorable sobre él; o tiende a verlo todo negativo. De esta desconfianza, nacen las obsesiones.
Otra manía recurrente: dudar si hemos cerrado la puerta
Otra manía recurrente: dudar si hemos cerrado la puerta
Ante estos pensamientos, debe responderse siguiendo varios pasos. En primer lugar, deben identificarse y examinarse con racionalidad y distanciamiento, con frialdad, lo cual nos llevará al segundo paso: probablemente, veremos que esas ideas negativas son sólo hipótesis. Y ello nos sitúa en un tercer paso, que es analizar esas hipótesis y darnos cuenta de que el hecho de que un pensamiento sea una hipótesis no quiere decir que sea cierto, puede ser -en la gran mayoría de los casos, lo es- radicalmente falso.
Otro sistema efectivo para afrontar esos pensamientos negativos es perderles el miedo. Plantearse lo más fríamente posible qué sucedería si fueran ciertos, ¿Sería realmente una catástrofe? Pobablemente nos daremos cuenta de que no.
Fotos: Cepillos: Montanabw en Wikipedia | Puerta: Kahopyc en Wikimedia
http://www.aprendergratis.com/%C2%BFque-son-las-obsesiones.html